Las bodas al aire libre dejan un sinfín de imágenes preciosas, de eso no cabe duda. Pero hay que tener en cuenta algún que otro aspecto para asegurarnos de que no nos dejen también anécdotas de ésas que nos hacen reír dentro de unos años… y llorar en el momento.
Pensar en una boda al aire libre supone preparar numerosos elementos decorativos que difícilmente tendrían cabida en un salón, y que le darán a la ceremonia un toque mucho más original y personal. Además, podemos aprovechar para celebrar una boda temática, pidiendo a nuestros invitados que se vistan al estilo rústico, al estilo vintage… Muchas son las posibilidades en este sentido. Por último, también nos dará mucha libertad a la hora de escoger a la banda que amenizará la ceremonia y el banquete.
Todo parecen ventajas, ¿verdad? Antes de que corráis a reservar un jardín para la boda, pensad en algunos aspectos que parecen nimios, obvios… y que mucha gente pasa por alto, arrepintiéndose después. Por ejemplo, algo tan sencillo como el tiempo. ¿Cuál va a ser la fecha del enlace y qué temperaturas podemos esperar para entonces? Evidentemente, es muy difícil prever al dedillo cómo se comportará el tiempo a meses vista, pero para curarnos en salud deberíamos estar preparados para el peor de los escenarios y preparar carpas, por ejemplo, por si llueve o hace un sol de justicia. Asimismo, hay que evitar decoración que pueda ser arrastrada fácilmente por el viento.
¡Cuidado con el pelo!
Lo mismo podemos decir de nuestro peinado y nuestro maquillaje: tendremos que escoger uno resistente ante posibles inclemencias, y no está de más que, como cortesía, también avisemos de ello a nuestros invitados. En su caso, también es importante que nos aseguremos de que el acceso al lugar de la celebración es suficientemente sencillo. Sí, encontrar un paraje o una casa rural recónditos puede ser muy bonito… ¡pero tal vez no lo sea tanto si nos encontramos con que nuestros amigos y familiares no consiguen llegar a la boda!
