Entre los complementos que lleva el novio, que no son tantos como los de la novia ni por asomo, se encuentra el siempre discreto alfiler de corbata. Os damos algunos pequeños consejos para escogerlo y llevarlo con elegancia.
Hace algunas semanas os hablamos de los gemelos para la boda y de las pautas básicas que debíamos seguir con ellos. Para empezar, que destacaran lo suficiente pero sin dejar a un lado la necesaria discreción: nosotros debemos ser los protagonistas de la boda, y no un complemento que resalte excesivamente en las fotos. Y para continuar, mal que le pese a algunos manuales de protocolo “de rancio abolengo”, es importante que representen una muestra de nuestra personalidad. No tenemos por qué cortarnos en escoger un alfiler divertido, que muestre alguna de nuestras aficiones; todo está permitido sin tener por qué llegar a bromas pesadas o a rozar el mal gusto. Así que, como siempre recomendamos, dad rienda suelta a vuestra imaginación en este gran día.
Corbata lisa y chaqué
Nuestra corbata de boda será probablemente lisa (ésta sí es una norma de protocolo inviolable), algo que viene muy bien si queremos utilizar un alfiler, ya que se desaconseja este complemento en corbatas con motivos estampados. Por otro lado, tampoco es recomendable ponerlo si vamos a llevar una corbata de lana, un corbatón o incluso un pañuelo anudado al cuello (esto último no es que sea muy habitual en las bodas, pero quién sabe, puede que queramos atrevernos con algo así de original…). Otro uso perfectamente permitido de los alfileres es para adornar el ojal del traje o del chaqué; esta última es la prenda que suele acompañar al alfiler con frecuencia.
Cuidado al colocarlo
Esto que vamos a decir puede sonar a perogrullo, pero mucho cuidado a la hora de atravesar la corbata con el alfiler. Algunos materiales pueden rasgarse con facilidad si no acertamos a la primera. Recomendamos hacer una pequeña marca con tiza, de la que se utiliza habitualmente para costura, para asegurarnos de no meter la pata al colocarlo.