Las ideas para nuestra boda fluyen imparables en cuanto empezamos a pensar en ella, y todo parece maravilloso e imprescindible… hasta que comenzamos a hacer números. Hay parejas que no quieren renunciar a ese sueño que han tenido toda su vida y optan por buscar financiación. ¿Buena o mala idea?
Lejos han quedado los días en los que las bodas eran costeadas enteramente por los padres. Hoy en día éstos aportan lo que pueden, pero la crisis muerde por todos lados; lo normal es que finalmente sea la pareja la que corra con la mayor parte de los gastos. Sabemos que en gran medida el dinero se recupera con las aportaciones de los invitados, pero el problema, claro, es tenerlo antes de la ceremonia… Si no contamos con ahorros, hay muchas entidades bancarias o de financiación que nos ofrecen préstamos con condiciones especiales. Por ejemplo, algunas solicitan que la boda se vaya a celebrar en un plazo de doce meses y piden documentación que lo certifique. Otras conceden créditos hasta un tope y ponen plazos de devolución no demasiado extensos en el tiempo. Todo con tal de esquivar la picaresca, de la que en Estados Unidos saben mucho, por ejemplo (han aumentado en los últimos años los casos de parejas que piden un préstamos, lo utilizan para otros temas y se separan antes de la boda).
Algunas entidades de financiación, incluso, nos tientan con regalos adicionales: el viaje de novios, tarjetas de invitación… todo ello incluido en el contrato. Muchas parejas no dudan en rendirse ante estos cantos de sirena.
¿Debemos hacerlo o no?
Lo cierto es que nos cuesta responder con un sí o un no a esta pregunta, al ser un tema tan personal, pero nuestro consejo es no volvernos locos y evitar endeudarnos para conseguir parafernalia en la boda. Planificar y preparar lo que realmente nos haga ilusión y dejar a un lado esos detalles accesorios, esos que parece que debemos tener en la ceremonia “porque es lo que toca” y que nos puede suponer un coste adicional innecesario. ¿Que no podemos alquilar un coche de lujo? ¿Qué más da? Utilicemos ese dinero para otros aspectos que nos hagan más ilusión. Y, por supuesto, pensemos en conseguir un día entrañable y una ceremonia original ante todo; confiemos en el “do it yourself”, en la ayuda de nuestros familiares y amigos, y en sacar partido de nuestra imaginación y habilidades para economizar.
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