¿Puede nuestro vestido de novia ser de color?

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En nuestro blog hablamos a menudo de tradiciones de boda, de cómo muchas de ellas cambian con el paso de los años… pero parece haber una que permanece invariable, el color del traje de novia. ¿O quizás no? ¿Está realmente vetado escoger uno de color? El simbolismo del color blanco es uno de los más conocidos del mundo de las bodas: representa esa pureza que envuelve a la novia en el momento de contraer matrimonio. Aunque es una tradición que parece inamovible, lo cierto es que no hay ninguna norma, ni de protocolo ni de “buen gusto”, que prohíba decantarse por otros colores. Así que, si nos encantaría vernos en nuestras fotos de boda de plateado, de rosa… ¿por qué no?

Colores para cada estación

Si hemos escogido una estación del año determinada para nuestra boda pensando en nuestro gusto personal, es algo lógico que el traje de novia vaya a juego. Por ejemplo, si nos casamos en otoño el dorado puede ser una buena elección para acompañar el color de las hojas caídas que alfombran las calles. Y en invierno, el plateado o el azul pueden ser los más adecuados. Para la primavera que ya casi tenemos encima, cómo no, el verde es la estrella. Todo ello en tonos muy suaves, eso sí: lo que no debe variar es el toque sencillo y sutil del traje de boda.

Adornos de color

Puede que no queramos dar un cambio tan radical en nuestra boda como para que todo nuestro traje sea de color; en este caso, lo mejor es optar por adornos que podemos colocarnos a la cintura (cintas de color rosa, azul) o ribeteados a los costados o en la parte trasera del traje. Detalles originales que harán que las miradas se queden prendidas de nuestro vestido, y al mismo tiempo no se alejarán demasiado de una tradición tan arraigada como es la del color blanco.