En nuestro blog hemos hablado a menudo del protocolo que rige las bodas religiosas, del significado de muchos símbolos propios de ésta… Las bodas civiles, en cambio, son mucho más relajadas y sencillas en este aspecto, aunque sí que existen ciertas normas que debemos tener en consideración.
En realidad, algunas de las normas para las bodas civiles son más de sentido común que otra cosa. Debemos tener en cuenta que se van a celebrar en recintos oficiales, por lo que no son un lugar adecuado para bullicios o aglomeraciones como tantas veces sucede en las iglesias. Algunos funcionarios sólo permitirán, de hecho, a las personas más allegadas a los novios. Aparte de esto, hay pocas restricciones más, aunque es aconsejable preguntar siempre previamente para cualquier detalle que queramos añadir a la ceremonia. Poner música, adornos, realizar la entrega de arras… son elementos que probablemente no nos van a negar, teniendo en cuenta que sigue siendo una boda a todos los efectos, pero la cortesía manda.
La tarjeta de boda, más sobria
La invitación de una boda civil tiene, en esencia, el mismo funcionamiento y utilidad que la de una boda religiosa. Sirve para dejar constancia de dónde se va a celebrar el enlace; la tradición dicta, eso sí, que se especifique que se trata de un enlace civil únicamente, para evitar confusiones. Se suelen colocar los nombres de los padres de los contrayentes en la parte superior de la tarjeta en caso de que sean ellos quienes paguen la posterior celebración, y hacer lo propio con los novios si ellos corren con los gastos. Un detalle nimio que no todo el mundo advertirá… Por último, al igual que sucede con la boda religiosa, se suele incluir una tarjeta más pequeña en la que se informe del lugar y la hora del banquete.
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