Éste es uno de los temás más controvertidos en las bodas. ¿Realmente es aconsejable pedir que no se lleve a los niños? ¿Hasta qué punto puede ser una falta de delicadeza? ¿Qué opciones tenemos para entretenerles?
Para muchos padres, el pedirles que no lleven a sus hijos a las bodas, sobre todo si están en edad de atención constante, puede ser prácticamente una ofensa. Cualquier persona que tenga hijos sabe que su vida termina por orbitar en torno a ellos, y resulta difícil incluso divertirse en estas situaciones si ellos no están presentes. Hay otros motivos eminentemente prácticos que pueden convertir esto es un problema: por ejemplo, si los padres no tienen con quién dejar a los pequeños, o si planeaban dejarlos con otro familiar que también ha sido invitado.
No cabe duda de que los niños pueden encontrarse fuera de lugar en muchas bodas y esto implicará que ni ellos ni sus padres estén a gusto. Lo mejor, sin embargo, como todo en la vida, es encontrar el término medio: propiciar un entorno que permita que todos puedan divertirse y pasar un rato agradable, sin aguar la fiesta a nadie.
Animadores, payasos…
Ya que el dinero que gastamos en las bodas suele ser elevado, ¿por qué no apurar un poco más y buscar ese entretenimiento para los pequeños en forma de payasos o animadores de algún tipo? Llegado el momento del convite, sea cual sea el número de niños, ésta puede ser una solución excelente para que dejen a sus padres conversar y disfrutar de la sobremesa tranquilos.
Por otro lado, en caso de celebremos el convite en un lugar al aire libre o con suficiente espacio, también podemos habilitar una zona “children only”. Es decir, un rincón para que jueguen entre sí, o incluso donde puedan practicar algún deporte. En este caso tendrán más libertad y no correrán el riesgo de aburrirse y regresar a exigir atención, pero también será importante que tengan la supervisión de un adulto.