Ni falta que hace repetir una vez más el tiempo y el dinero que nos lleva la organización de nuestra boda, lo que pocas veces decimos es lo rápido que luego se pasa ese día, casi tan fugazmente que nos deja con ganas de que las horas se hubieran dilatado mágicamente para disfrutarlo más. Luego vendrá el viaje de novios y el regreso del mismo será el comienzo de una nueva vida, un hogar para los dos y muchas experiencias que aún desconocemos.
Cuando comienzas a acomodar las cosas en tu nuevo hogar una de las primeras preguntas que solemos hacernos las mujeres es, ¿qué haremos con el vestido de novia? Guardarlo prolijamente en una caja para las generaciones venideras era la idea de nuestras abuelas, pero hoy en día las mujeres nos hemos vuelto mucho más prácticas y tenemos experiencia suficiente como para suponer que nuestras hijas o nietas lo que menos querrán para sus bodas es nuestro vestido.
Por lo tanto lo mejor que puedes hacer es reciclarlo para volver a usarlo y sacarle mucho más partido que el de una única noche de fiesta. Haznos caso, deja la nostalgia de lado y comienza a reutilizar tu vestido. Antes que nada envíalo a la tintorería, luego de tamaña fiesta es lo primero que necesita. Luego puedes hacer varias cosas, a saber:
– alquilarlo: para esto puedes recurrir a alguna tienda de novia que te permita dejarlo allí para este fin, o también puedes ponerlo en algún sitio de Internet donde otras mujeres puedan acceder a la información de tu propuesta, entre ellas las redes sociales.
– venderlo: si lo que necesitas es recuperar algo de todo el dinero gastado en la organización de tu boda lo ideal es venderlo, nunca faltará una novia que esté dispuesta a comprar un bello vestido usado a menor coste.
– modificarlo: todas las mujeres sabemos que se pueden hacer maravillas con un lindo vestido que ya no usaremos, bastará con cortarlo, teñirlo o simplemente agregarle detalles que le quiten un poco de solemnidad.